“Desde el rincón de la historia hasta el día de hoy, nuestra postura ha sido clara y contundente. Estuvimos, estamos y estaremos siempre enfrentados al nazi-fascismo”

20/Feb/2013

Diputado Fernando Amado, Discurso en la Comisión Permanente (28 de enero de 2013)

“Desde el rincón de la historia hasta el día de hoy, nuestra postura ha sido clara y contundente. Estuvimos, estamos y estaremos siempre enfrentados al nazi-fascismo”

Finalizamos con el discurso del diputado Fernando Amado, la presentación de las ponencias realizadas el pasado lunes 28 de Enero en la sesión especial con motivo del Día Internacional de Recordación del Holocausto.SEÑOR PRESIDENTE.- Continuando con la lista de oradores, tiene la palabra el señor legislador Amado.SEÑOR AMADO.- Señor Presidente: en  primer lugar, quiero saludar a las autoridades comunitarias presentes, a las autoridades diplomáticas y a las amigas y los amigos que hoy nos acompañan en esta fecha tan importante. Como es costumbre de este Parlamento, hoy estamos rindiendo homenaje a las víctimas del Holocausto, al conmemorarse un nuevo aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz. Considero que hace bien este Parlamento al recordar estos episodios y homenajear a sus víctimas, porque marca el compromiso de todo el sistema político uruguayo de reconocer los hechos con una postura clara e inequívoca de rechazo a las atrocidades cometidas. Como batllista, siento orgullo y la tranquilidad espiritual de haber estado siempre comprometidos con esta causa: nunca dudamos ni especulamos. Desde el rincón de la historia hasta el día de hoy, nuestra postura ha sido clara y contundente. Estuvimos, estamos y estaremos siempre enfrentados al nazi-fascismo. Han pasado años desde que ocurrió este terrible genocidio, pero –como dijeron los legisladores preopinantes– aunque parezca mentira, un día sí y otro también se siguen escuchando voces que impunemente minimizan y hasta relativizan la existencia del Holocausto. La referencia a la expresión “un día sí y otro también” es literal, ya que por ejemplo en el día de ayer se conocieron las increíbles y frívolas declaraciones del ex-Primer Ministro Silvio Berlusconi, quien defendía y justificaba la alianza de Mussolini con Hitler y señalaba, muy suelto de cuerpo que: “Dentro de esta alianza, vino la imposición de la lucha contra los judíos y de su exterminio. Por lo tanto, las leyes raciales son el peor error de Mussolini, quien en muchos otros aspectos hizo cosas buenas”. Más de siete mil judíos fueron deportados bajo el régimen de Mussolini, de los cuales seis mil fueron exterminados. ¡Quien carga con seis mil muertos nada bueno puede haber hecho, señor Presidente!No hace tanto tiempo –en julio de 2011–, vivimos esto en carne propia en nuestro país, cuando el Embajador iraní en Uruguay, Hojjatollah Soltani, puso en duda, en un acto público, la existencia del Holocausto judío. Podría seguir poniendo ejemplos porque, lamentablemente, sobran. Si bien podemos decir que los dogmáticos, los fundamentalistas religiosos y los incitadores del odio, del terrorismo y de la violencia, no son significativamente populares en el mundo actual, lo cierto es que existen, y aunque no son populares, igualmente gozan de buena salud. Los muy malditos persisten agazapados, muchas veces en la penumbra o en la clandestinidad para, en el momento menos pensado, dar un zarpazo a la vida, a la paz, a la tolerancia; otras veces, en el marco de descontentos ciudadanos, trafican y contaminan a la sociedad con su cultura del odio al diferente, al distinto. Por ello, señor Presidente, debemos estar siempre alertas, siempre atentos, siempre predicando la cultura de la paz y recordando las atrocidades que se cometieron en el pasado para que no haya olvido y nunca más vuelvan a suceder. Como es público y notorio, el año pasado publiqué una investigación sobre la colectividad judía en nuestro país. Al investigar sobre el antisemitismo en el Uruguay, tanto en el pasado como en la actualidad, mi sorpresa fue que la mayoría de mis entrevistados –judíos uruguayos– repitieron, con convicción, que en nuestro país no hay antisemitismo, pero sí algunas expresiones antisemitas. Entiendo la respuesta que me dieron, pero –tengo que decirlo– no estoy de acuerdo. ¿Sabe por qué, señor Presidente? Es muy simple: lo miro del otro lado del mostrador. No soy judío y, por tanto, quienes tampoco lo son se expresan y despachan sin cuidado alguno cuando hablan conmigo de los judíos. ¿Y sabe qué, señor Presidente? El antisemitismo en nuestro país es más importante de lo que todos pensamos. Basta simplemente con rascar un poquito y allí lo encontramos. ¿Es un antisemitismo organizado? No; creo que no. ¿Es un antisemitismo que pretende emprender alguna acción violenta? No, o al menos no por ahora. Es un antisemitismo solapado, hipócrita, cobarde, rastrero, repugnante y, lamentablemente, goza de buena salud.Como señalaba el señor legislador preopinante, esto no pasa solamente con el antisemitismo, sino también con la discriminación y el desprecio al diferente, al distinto; pasa con los planchas, con los pobres, con los ricos, con los homosexuales, con los viejos, con los jóvenes, con los de izquierda y con los de derecha. Desde mi punto de vista, el uruguayo, en general, es prejuicioso y discriminador. Sé que es duro decirlo, pero me parece que es lo primero que hay que hacer para cambiar; enseguida precisamos apoyarnos de alguna manera en una etiqueta. Desde mi perspectiva, lejos estamos de esa sociedad tolerante e incluyente que otrora quizás fuimos.Por eso, señor Presidente, creo que el mejor tributo que podemos brindar, además de –obviamente– recordar estos episodios y rendir homenaje a las víctimas, pasa por el compromiso individual de cada uno de nosotros, de luchar a diario contra la estigmatización, el prejuicio, la etiqueta y la discriminación –es una batalla cuerpo a cuerpo con los integrantes de la sociedad uruguaya toda, pero también con nosotros mismos, porque debemos dar esa batalla día a día-–; pasa por trabajar y darse cuenta de que en la diversidad está lo valioso y que no solo hay que respetar al distinto, sino que  también, seguramente –repito: seguramente–, será mucho lo que podremos aprender de él. Mucho he aprendido de la colectividad judía en esa, para mí, mágica investigación que realicé el año pasado. Es una comunidad que aprendí a conocer, a querer y a admirar. Una de las cosas que en más de una oportunidad  noté, es que ellos se detienen a recordar episodios malos, tristes, terribles, pero inmediatamente dan vuelta la página y tratan de encarar el presente y el futuro con alegría. Por eso, culmino mis palabras citando algo que les escuché decir en más de una oportunidad, en el marco de la mencionada investigación: la haine por la vida.         Nada más. Muchas gracias.